jueves, 27 noviembre, 2025

Crece la economía?: el dato del INDEC que celebró el Gobierno y generó dudas en el mercado

Luis Caputo lo definió como «tremendo dato» el EMAE de septiembre, una definición que todos comparten en el mercado pero por motivos diferentes. Para el Gobierno, es el síntoma definitivo de que la economía está bien encaminada; para algunos economistas despierta sospechas sobre el manejo estadístico del INDEC; y para muchos empresarios es la confirmación de que el acceso al crédito es tan bajo que la economía puede crecer incluso con tasas de interés estratosféricas.

Lo que resulta innegable es que fue toda una sorpresa. El hecho de que en septiembre, el mes que coincidió con la disparada de las tasas de interés y la corrida cambiaria, la actividad económica haya registrado un aumento interanual de 5% e inclusive una mejora de 0,5% respecto del mes anterior era algo que no esperaba ni el más optimista del equipo económico.

De hecho, tanto Caputo como sus funcionarios destacaron que la economía había crecido «a pesar de la incertidumbre electoral y el ataque político». Y pronosticó que pronto se llegará al máximo nivel de actividad.

Pero no solamente sorprendió el dato de septiembre, sino que, además, todo el tercer trimestre terminó siendo de crecimiento, gracias a que el Indec hizo una corrección retroactiva de los números registrados para julio y agosto. Así, queda técnicamente desmentido que la economía esté en recesión.

Ganadores y perdedores

La polémica fue instantánea. Primero, porque los números dejan en evidencia que el modelo económico de Javier Milei implica un crecimiento muy desparejo por sectores, con clara diferencia entre «ganadores y perdedores».

Puesto en cifras, mientras la industria manufacturera cayó un 1% interanual, la intermediación financiera creció al 39,7%. Algunos interpretaron esas cifras como «un modelo que privilegia la especulación financiera», pero la realidad es que en ese período también los bancos tuvieron pérdidas, como están mostrando los últimos balances.

Según el economista Ricardo Delgado, de la consultora Analytica, indicó que ese dato quedó sobreestimado porque la estadística toma en cuenta la suba del spread bancario -consecuencia del alza de tasas- pero no el efecto negativo de la suba de encajes.

Economía con baja sensación térmica

Lo cierto es que el optimismo oficial contrasta con el pesimismo de los industriales. En el tercer trimestre, el uso de capacidad instalada de las fábricas promedio un 59%, un nivel por debajo del promedio histórico. Y, en algunos casos, como el de la rama textil, las cifras son alarmantes: apenas un 37% de la capacidad.

También hay un contraste entre el crecimiento del PBI y la situación del comercio: el INDEC informó que los supermercados registraron en septiembre una caída real interanual de 0,8% y de 0,2% respecto del mes anterior. Y también hubo caídas en los shopping centers, que vendieron un 3,4% menos que hace un año.

Ya anteriormente había causado preocupación el dato sobre el cierre de empresas para los primeros cinco trimestres de la gestión Milei. Bajaron la cortina 97.110 emprendimientos, mientras que abrieron 79.787, lo cual deja un saldo neto negativo de 17.323 compañías.

Y en las cámaras empresariales estos datos no sólo se interpretan como un bajón pasajero de la actividad, sino como la marca del actual modelo económico. De hecho, hasta haya previsiones de agravamiento como consecuencia de la apertura comercial.

En la última conferencia anual de la Unión Industrial Argentina, el CEO de Techint, Paolo Rocca, protestó por el ingreso masivo de electrodomésticos chinos ya terminados, y dijo que el gobierno de Milei no entiende el nuevo juego geopolítico.

«Hace unos años la política industrial era sólo reforma laboral y tributaria. Hoy el mundo la discute seriamente, desde Estados Unidos hasta la Unión Europea», planteó el dirigente industrial, quien criticó a Milei por el hecho de que, mientras los demás países plantean defensas de sectores estratégicos, «Argentina sigue con un discurso de neutralidad total».

Los números del comercio exterior exacerban ese sentimiento: ya van dos meses en que las importaciones superan los u$s7.000 millones, y los rubros vinculados al consumo final ya representa la cuarta parte.

El dato del INDEC que encendió la polémica

Pero a la polémica económica se le agregó otra de índole política: la insinuación de que hay «algo raro» en el retoque de los números correspondientes a julio y agosto, con lo que se agregó un punto al índice de actividad.

En realidad, no es inusual que haya correcciones, porque la propia naturaleza del EMAE hace que se trate de relevamientos provisorios de datos, que luego son corroborados. Pero aun así, la magnitud de la corrección fue destacada por varias consultoras, y hubo quienes reclamaron que el Indec diera explicaciones sobre esa modificación de las cifras.

«Así, mientras que en la publicación anterior los datos preliminares mostraban una caída de 0,6% en los primeros 8 meses del año, los nuevos datos muestran una suba del 0,5% en el mismo período. Con el crecimiento del 0,5% mensual en septiembre, el crecimiento acumulado en el año trepó a 1%», remarcó la consultora LCG.

Para empeorar la situación, hay un contraste con la encuesta REM de la que participan bancos y consultoras económicas, en la que se había pronosticado que el tercer trimestre del año tendría una variación negativa de 0,5%.

Y, además, se conocieron informes de bancos internacionales con presencia en el país, en los que se habla explícitamente de un clima recesivo en la economía.

Algunos analistas abordaron con ironía esta situación: «Con este nivel de tasas la economía en septiembre creció. Los empresarios argentinos son patriotas, realmente. Apostaron a la producción en vez de la timba financiera. Héroes», escribió Christian Buteler.

Y esa alusión a la crisis financiera de septiembre es, justamente, el epicentro del otro debate que dejó el EMAE: ¿hay que desconfiar de las cifras oficiales, o realmente es marginal la influencia de las tasas de interés en una economía que tiene niveles de crédito tan bajos como la argentina?

¿La tasa no importa?

En medio de la corrida cambiaria, la suba de encajes y el desarme de la Leliqs que complicó la operatoria bancaria, la tónica del tercer trimestre fue un caos en las tasas de interés, que tenían violentas oscilaciones en una misma jornada. En los peores momentos, los adelantos en descubierto -la financiación de cortísimo plazo que usan las empresas- subió por encima del 180% nominal anual.

Y desde los bancos se advertía que, en esa situación de iliquidez monetaria, resultaba virtualmente imposible otorgar préstamos al sector privado.

Es por eso que, tras conocerse el EMAE, se planteó la cuestión de cuál es la incidencia real del crédito en la actividad. «¿El efecto expansivo de la depreciación cambiaria le ganó al recesivo de la tasa?», se preguntó Lucas Llach, ex viceministro del Banco Central durante la gestión macrista.

Es un argumento que genera adhesiones, e implica que, para el entramado productivo argentino, es más fuerte el impacto de una suba del dólar -por la mejora en la competitividad exportadora- que una baja en las tasas, sobre todo en sectores como las pymes, que ya estructuralmente tienen un acceso muy restringido al financiamiento bancario.

En números, un informe de la consultora 1816 ya advertía sobre el bajo ratio de crédito privado en relación al PBI: apenas un 12%, mientras que en Chile la financiación privada llega al 203% y en Brasil al 76%.

Un boom a medias

En el discurso de Caputo, es precisamente el tema del crédito el que aparece como motor del crecimiento que se pronostica para los próximos años. El ministro afirma que, una vez disipado el «riesgo kuka», habrá espacio para una baja de tasas y una expansión fuerte del crédito, incluyendo el hipotecario.

En cambio, los economistas prefieren ser más prudentes. «La estabilidad post elecciones y el recorte de las tasas de interés podrán dar algo de impulso al crédito, pero no creemos que este vuelva a traccionar de la misma forma que en 2024«, apuntó la consultora LCG, que destacó el dato preocupante de la creciente morosidad bancaria, que llegó a su nivel máximo de los últimos 15 años.

«En concreto, seguimos esperando un crecimiento modesto para lo que queda de 2025, consistente con un aumento del PBI en torno al 4% anual promedio (1% dic/dic)», agrega LCG.

Y, en lo que respecta a las desigualdades sectoriales, los economistas creen que se acentuarán: de hecho, no ven un boom de consumo y esperan que el crecimiento del año próximo sea traccionado, sobre todo, por el petróleo, la minería y el agro.

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