lunes, 15 septiembre, 2025

Amanda Knox se confiesa: en esta entrevista cuenta cómo vivió el horror, acusada del asesinato de una compañera, y por qué quiso hacer su propia serie

Plaza IV Novembre en Peruggia, Italia, es el patio de recreo de una población tranquila, con algo de pueblo y fuerza de ciudad. Allí no más el Palazzo dei Priori, el Collegio del Cambio y la Catedral de San Lorenzo. Las escaleras bajo los restos del acueducto medieval son un paseo acostumbrado para los locales. La cuesta exige una subida intensa, pero desde arriba, la vista es increíble. Apenas te van a separar 6 minutos caminando del cruce entre Via della Pergola y Viale San´t Antonio. Allí, apenas unos metros más arriba, aún se encuentra la calle de Via della Pergola 7, balconeando al valle. Fue allí, la noche del 1° de noviembre de 2007, donde fue asesinada la estudiante británica Meredith Kercher.

Una de sus tres compañeras, Amanda Knox, nacida en Seattle en 1987, quien también se encontraba en un intercambio, fue acusada, junto con su entonces novio, el italiano Raffaele Sollecito, y Rudy Guede, un marfileño que solía frecuentar la casa de los jóvenes que vivían en el departamento debajo de las chicas.

Amanda pasó casi cuatro años en la cárcel. Un proceso complejo y con aristas suspicaces la determinó culpable en primera instancia, condenada a 26 años de prisión, lo que provocó una revolución mediática internacional. Los especialistas de los Estados Unidos consideraron que las pruebas presentadas no eran compatibles con la participación de Amanda en el escenario del crimen.

Los avatares del proceso y la absolución final de la norteamericana son el argumento de la reciente docuserie de 8 episodios estrenada por Disney+: Amanda Knox: una historia retorcida, impulsada por la propia Amanda.

Hoy, con 38 años, está casada con el periodista Christopher Robinson, al que conoció en ocasión de una entrevista por la salida de su primera biografía. Tienen 2 hijos. Amanda ya había realizado un documental con producción de Netflix en 2016. Desde entonces publicó varios libros, el último este mismo año, una nueva biografía, en coincidencia con su participación como productora ejecutiva en la puesta de Disney+.

La serie, producida y escrita en parte por ella, pone la lupa en las huellas eternas que dejan las acusaciones falsas. Gran recreación de esa época en Italia.

La palabra de la protagonista excluyente

«Cuando mi amiga y mentora Monica Lewinsky me contactó para hacer esta serie -relata Amanda en charla exclusiva con Clarín– ya estaba bien enfocada en mi camino para conectar y comprender a mi fiscal, y finalmente sentí que tenía una historia que contar. Una historia que era mía, a diferencia de la historia de algo terrible que nos había sucedido a mí y a mi compañera de piso, Meredith. A diferencia de la historia del crimen y el juicio, mi camino para procesar mi trauma, enfrentarme a mis adversarios y recuperar mi sentido de autonomía en mi propia vida fue una historia universal e importante en un momento en que la gente se siente más dividida que nunca».

-¿Hasta qué punto sentís que esta producción refleja a la Amanda de hoy, y no sólo a la de aquellos años oscuros?

-En esta docuserie se ve absolutamente la visión y el corazón de la persona en la que me he convertido a lo largo de todos estos años. También es un intento de honrar a todas las personas que estuvieron en el centro de este relato cuando tuvo lugar, reconociendo sus contextos y humanizándolos de maneras en las que no se había hecho antes.

-¿Qué descubriste sobre ti misma al ver tu vida narrada en pantalla?

-A veces olvido lo joven y poco preparada que estaba para esta catástrofe que se apoderó de mi vida. Recuerdo cómo me vi obligada a madurar muy rápido.

-¿Cuánto pesó la perspectiva de los demás y cuánto la tuya propia en tu camino de reconstrucción?

-Después de haber sido tergiversada en el tribunal y presentada en los medios como una villana monstruosa en una narrativa en blanco y negro, lo último que quería era que alguien se sintiera como yo. K.J. Steinberg (This is Us y State of Mind), nuestro creadora y showrunner, y yo nos esforzamos mucho por investigar a fondo no sólo los hechos del caso, sino también las perspectivas de los diversos actores involucrados para poder recrear sus acciones desde una mirada humanista y empática.

La justicia italiana la había condenado a 26 años de prisión, pero luego intervino la justicia estadounidense.

-¿Cómo creés que esta serie puede cambiar la percepción pública de tu historia?

-Creo que una cosa es leer un relato, incluso escucharlo de mis propios labios, y revivirlo conmigo. He notado que incluso familiares y amigos cercanos que conocen todos los detalles de mi historia se han impactado al descubrir nuevos sentimientos y pensamientos que surgen al presenciarla de esta manera. ¡Es muy intenso! Pero me hace sentir más cerca de la gente, porque ahora no estoy tan sola con todos estos horribles recuerdos. Y espero que ayude a motivar a la gente a entender por qué me importa tanto hacer cambios de sentido común en el sistema para proteger a las personas inocentes, especialmente en situaciones en las que están siendo interrogadas por la Policía.

-¿Sentís que esta serie es también un acto de justicia narrativa?

-Esta serie intenta corregir un error. Esta historia ha sido históricamente explotada y contada de la manera menos ética y honesta, y ha sido importante para todos los que trabajamos en este proyecto hacer justicia a los seres humanos y los acontecimientos que la protagonizan.

-¿Cómo se aprende a vivir con un pasado tan mediático y doloroso sin quedar atrapado en él?

-Éste ha sido uno de los mayores desafíos de mi vida. Creo que cuando nos roban nuestras historias nos vemos tentados a responder de dos maneras: nos volvemos reactivos y obsesionados con demostrar que todos están equivocados o nos aislamos y nos proponemos ignorar el trauma. Ambas son trampas. He descubierto que el mejor camino fue dejarme influenciar por mi pasado, dejar que me impulse, pero sin sentirme atrapada ni predestinada por él. Nadie me habría culpado por tachar a mi fiscal de monstruo y odiarlo el resto de mi vida, por ejemplo. Pero no estaba atrapada en ese cepo. Tomé una decisión diferente, influenciada por mi pasado, pero sin estar sujeto a él.

-¿Qué papel jugaron el silencio y la escritura en tu proceso de resiliencia?

La meditación ha sido un recurso tremendo para mí en mi propia resiliencia. Darme permiso para simplemente estar presente y observar los pensamientos y sentimientos que surgen de esta dolorosa experiencia me ha ayudado a conectar con la tierra y a reconocer cómo puedo ser un agente efectivo en mi propia vida. (Amanda ha diseñado una meditación propia en la aplicación Waking Up que se puede localizar en: https://www.wakingup.com/amandaknox).

La verdadera Amanda Knox en medio de su juicio en Italia, en 2011. AP

Los vínculos y las emociones como refugio

-¿Cómo el amor, la amistad y quizás la maternidad -si lo ves así- te dieron una nueva sensación de libertad?

-En mi nuevo libro, Libre: mi búsqueda de sentido, escribo sobre cómo conocer a mi esposo y dar a luz a mi hija me liberaron de la carga de ser «la chica acusada de asesinato”, y me dieron la oportunidad de ser simplemente «Amanda» y ahora “mamá». Pero, en resumen, experimentar las alegrías de la vida que una vez me arrebató la justicia italiana ha sido un regalo y una oportunidad increíbles que no doy por sentados.

-¿Qué lugar ocupa la empatía en tu forma de relacionarte con los demás después de lo que has vivido?

-Una de las peores consecuencias de ser acusada injustamente fue sentirme exiliada por el resto de la humanidad. Durante mucho tiempo, no sólo me han acusado, sino que me han culpado, y ha sido muy desalentador y alienante. Pero, en última instancia, pertenecemos a una comunidad, y me he esforzado mucho por ponerme en el lugar de los demás, en particular de aquellos que se sintieron con derecho a juzgarme y vilipendiarme, para poder volver a sentirme conectada con el resto de las personas y comprender que tengo un papel y un interés en dejar un mundo mejor del que encontré. Creo que sólo podemos ser eficaces de esta manera a través de la empatía, y no del juicio.

-¿Cuál es tu relación actual con Italia, con su cultura, con lo que significó esa época?

-En realidad, crecí en Italia. No forma parte de mí, pero como cualquier auténtico nativo eso significa que tenés una relación de amor-odio con ella. Hay tantas personas y tantos aspectos de la cultura y la sociedad italiana que amo hasta el día de hoy, que una de mis esperanzas al regresar a Italia era crear buenos recuerdos para compensar todos mis malos.

Amanda Knox en su calvario, intentado demostrar la inocencia en el caso del asesinato de su compañera de piso.

-¿Hasta qué punto la memoria es un refugio y hasta dónde es un lugar del que también debemos aprender a escapar?

-Creo que un error que comete mucha gente es obsesionarse con su pasado, como si pudieran cambiarlo. De esa manera, nuestros recuerdos pueden ser una trampa. Pero si permanecemos presentes y permitimos que nuestro pasado nos impulse hacia el futuro, no creo que recordar y reflexionar sea algo malo. Al contrario. Es importante revisitar el pasado con la nueva perspectiva del presente para no repetir los mismos errores.

-¿Qué es lo que más temes perder hoy?

-Todo! En serio, si algo me ha enseñado esta experiencia es que todo te puede ser arrebatado en un instante sin motivo alguno. Una vez que esa verdad te golpea, nunca desaparece. Dicho esto, intento apreciar lo valioso que es lo que tengo mientras lo tengo, sabiendo que, con el tiempo, todo desaparece. Estar vivo es un verdadero regalo.

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