miércoles, 20 agosto, 2025

Kaepernick, Trump y Disney: lo que el viento se llevó cuando arrodillarse era rebeldía

Arrodillarse era rebeldía. Lo hacían todos. Doscientos jugadores del fútbol americano en los estadios y decenas de la NBA en protestas callejeras. Stephen Curry, Giannis Antetokounmpo y muchos más. Viejas y actuales glorias del deporte. La futbolista Megan Rapinoe, primer deportista blanco en hacerlo. Jugadoras de la WNBA y hasta porristas. Equipos de fútbol infantil y universitarios. Bomberos y coros escolares. Stevie Wonder y Eddie Vedder. El elenco de Expedientes X y otras exitosas series de la TV. Congresistas. El entonces premier canadiense Justin Trudeau. Lewis Hamilton. La Premier League antes de cada partido.

Serena Williams citaba a Martin Luther King (“llega el momento en que el silencio es una traición”). LeBron James abría una premiación de ESPN con el reclamo de “Black Lives Matter” (“hay cuerpos en las calles”). Se rebelaban empleados y científicos de Facebook contra Mark Zuckerberg. Se derribaban en Londres estatuas históricas de viejos esclavistas. La conservadora y todopoderosa National Football League (NFL) pedía disculpas. Ivanka Trump era cancelada en una Universidad de Texas. Como sucedió con Muhammad Alí, también recibían su reconocimiento tardío Tommie Smith y John Carlos, atletas negros acusados de “antipatriotas”, castigados de por vida por su gesto del “Black Power” en los Juegos Olímpicos de México 68. También hubo castigo medio siglo después para Colin Kaepernick, quarterback de los San Francisco 49ers, inspirador de la nueva rebelión (arrodillarse mientras sonaba el himno de Estados Unidos en protesta por la brutalidad policial contra la población negra). En 2020 Disney anunció la “reivindicación” de Kaepernick. Un documental de ESPN (propiedad suya) que hablaría de “raza, injusticia social y equidad”.

Serena Williams citaba a Martin Luther King: «Llega el momento en que el silencio es una traición”John Minchillo – AP

Un adelanto del documental se presentó en 2022 en el Festival de Cine Afroamericano Martha’s Vineyard. La obra, nada menos, a cargo de Spike Lee, director de Malcolm X. “Una leyenda”, lo describió Kaepernick. “El mejor de los nuestros”, sumó Mike Freeman, periodista negro de USA Today, uno de los tantos que Lee entrevistó en persona para el documental. La semana pasada, sin embargo, Disney anunció que el proyecto quedaba cancelado por “diferencias creativas”. Lee evitó detalles. Alegó “un acuerdo de confidencialidad”. Son otros tiempos. Donald Trump, que ya exigía en 2017 la expulsión de Kaepernick de la NFL, es hoy un presidente recargado. Patrón del mundo. Castiga a los opositores. Políticos, medios, universidades y hasta países. Y Disney precisa su aprobación regulatoria por un millonario acuerdo de derechos de TV que ESPN acaba de firmar con la NFL, cuya Liga comenzará en dos semanas.

Disney ya había elegido finiquitar una demanda de Trump por difamación contra ABC News (también propiedad de la corporación) pagando una donación polémica de 15 millones de dólares a una Fundación y museo del magnate. Y comenzó a revisar sus iniciativas sobre diversidad e inclusión después de que el gobierno le abrió una investigación porque esa política podía ser una “forma odiosa de discriminación” (hacia los blancos heterosexuales). También el deporte revisó sus reglamentos. Ahora prohíbe atletas trans. Los Museos reciben órdenes de reacomodar sus narrativas. Las escuelas eliminan libros de sus catálogos. Prohibido hablar de negritud y diversidad sexual. Basta de “ideología divisiva y racializada”, exigió Trump. Un país unido para celebrar en 2026 el aniversario 250 de su independencia. Todos alineados. Y el deporte también. Arrodillado.

En 2017, Donald Trump ya exigía la expulsión de Kaepernick de la NFLCollage: Getty – Todd Kirkland

De repente, alguien otra vez incomoda. Es Mohamed Salah, atacante egipcio estrella del campeón inglés Liverpool. El Messi árabe. Adorado en un mundo que ignoramos. Salah le preguntó a la UEFA por qué “despidió” en las redes al “Pelé palestino”, Suleiman Obeid, sin aclararnos cómo murió. Obeid, de 41 años, cinco hijos, más sobrinos huérfanos, murió asesinado el 6 de agosto pasado en Gaza cuando, igual que muchos más, fue a un centro de distribución a buscar comida para los niños. Su amigo Mohana le advirtió que eran “centros de exterminio”. Pero fue tres veces. Primero oculto tras una gorra. Le daba vergüenza ser reconocido. Volvió una cuarta vez. Asumía morir en un bombardeo (sobrevivió a unos días antes de casualidad y otro destrozó su casa). “¿Pero dejarnos morir de hambre? Por Dios, eso está prohibido”, escribió en sus redes. La crónica sobre la vida de Obeid en The Athletic, devastadora, cierra diciendo que la respuesta a su muerte la tiene el Ejército israelí.

No habrá entonces documental de Disney sobre Kaepernick, pero sí hay un libro. Dave Zirin, su autor, cuenta las historias de otros deportistas que se inspiraron en Kaepernick. Como la del equipo de fútbol americano de Garfield, una escuela secundaria de Seattle, que decidió arrodillarse en 2016 tras una conversación profunda sobre años de esclavitud y racismo liderada por su entrenador, Joey Thomas. El debate incluyó la letra del himno, un poema escrito en 1814 por Francis Scott Key, un defensor de la esclavitud. El equipo sufrió amenazas y el entrenador dejó su cargo. El libro de Zirin se llama “The Kaepernick Effect: Taking a Knee, Changing the World” (Efecto Kaepernick: Arrodillándose, Cambiando el Mundo).

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