“Este pelotudo nos la va a complicar”. Después de exhalar hacia arriba el humo de su cigarrillo frente a un grupo de colaboradores en la Casa Rosada, Santiago Caputo auguró días atrás mayores tropiezos oficialistas. Las culpas fueron convenientemente asignadas a Eduardo “Lule” Menem, el principal operador político de Karina Milei.
El asesorísimo viene escalando sus diatribas hacia Menem, que es la manera más indirecta que encontró para cuestionar a la hermanísima presidencial. Caputo debió aprender a la fuerza que es el lado menor del Triángulo (isósceles) de Hierro.
Esa interna sostenida en la cúspide del poder volvió a recargarse esta semana. Fue cuando empezaron a achacarse responsabilidades dentro del Gobierno por la renovada ofensiva opositora en el Congreso, con proyectos de ley que requieren financiamiento presupuestario extra, y la inédita unidad de los gobernadores en el reclamo de fondos que retiene la Nación.
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Por caso, la oposición avanza hacia la sanción de un aumento jubilatorio y la emergencia pediátrica y en discapacidad, entre otras normas. Y los jefes provinciales presentaron dos iniciativas. Una busca obligar al Estado nacional a entregar los ATN presupuestados (hasta ahora se repartió algo más del 20%). La otra, distribuir el impuesto al combustible, que se sigue recaudando para hacer obras viales que el Gobierno frenó en el inicio de su gestión.
El asesorísimo viene escalando sus críticas contra Eduardo ‘Lule’ Menem
“Tienen superávit fiscal con la nuestra”, ironizó bajo reserva un mandatario provincial de habitual trato con Javier Milei. El ministro de Economía de Santa Fe, Pablo Olivares, eligió argumentar didácticamente ante la prensa la misma idea: “Los ATN son recursos que vienen de la masa coparticipable y tienen como destino a las provincias. Cuando un Estado nacional recauda ATN y no distribuye, lo que está contabilizando es un superávit por el retraso del envío a las provincias, por lo tanto está generando un superávit con plata de las provincias”.
Acaso esta exposición pública santafesina explique por qué uno de los hombres claves de Luis “Toto” Caputo, Juan Pazo (al frente de ARCA), salió a defender a Marcos Galperin y Mercado Libre en la disputa con el gobernador Maxi Pullaro por ingresos brutos. Abundan las especulaciones.
Y es que en realidad es el Ministerio de Economía el principal ejecutor de la política de pisar todo lo que se pueda cualquier partida que sirva para mantener el equilibrio fiscal. O que parezca, al menos.
Ese mandato, que proviene del propio Presidente, fue reforzado en los últimos días. Ocurrió tras tomar nota de que el FMI demora el perdón a la Argentina por incumplir las metas de acumulación de reservas y el déficit en la cuenta corriente. En Washington se sostiene que el “waiver” está asegurado, pero tarda.
“Hay que mantener como sea el superávit primario del 1,6% que acordamos con el Fondo. Ahí no la podemos cagar. Así que pagaremos salarios, planes y jubilaciones. Y el resto, a esperar”, se sinceró un funcionario al tanto de la instrucción de Milei a todos los ministros.
Con esta lógica, deberían caer en saco roto las embestidas legislativas de opositores y gobernadores en busca de fondos. Sucede que, al revés de lo que ocurrió antes con iniciativas similares, esta vez el Gobierno tomó nota de que muchos aliados ya no se inmolan por blindar los vetos presidenciales.
En nombre de necesidades financieras o electorales en sus distritos, las heroicidades parlamentarias en favor del mileísmo ingresaron a un terreno pantanoso. En varios casos, además, se detectan represalias provinciales por compromisos desatendidos o incumplidos por las autoridades, a cambio de respaldos o ausencias convenientes en el Congreso.
El desgastado bombero de estos incendios todavía resulta ser Guillermo Francos. El jefe de Gabinete insiste en tratar de hacer malabares con trucos en forma de promesas, que luego dinamita o boicotea Economía. En Balcarce 50 hay quienes aseguran que Francos dará un paso al costado una vez que los comicios de octubre sean pasado.
La grieta libertaria podría simplificarse a partir de la construcción político-electoral
“Cuando no hay plata, tiene que haber política”, se jactan cerca de Santiago Caputo. Al respecto, el asesorísimo dejó de lado desde hace un tiempo a Francos como blanco de sus dardos y reenfocó hacia Lule. Sabe dónde emana el poder real.
La grieta libertaria podría simplificarse a partir de la construcción político-electoral: mientras el “karinismo” impone que LLA vaya sin alianzas y con supuestas purezas partidarias (que se contradicen en la realidad), el “caputismo” promueve pactos en las provincias que aseguren gobernabilidad nacional futura para reformas de fondo.
Los caputistas sostienen que a la boleta violeta le hubiera ido mejor en los adelantos electorales si compartía boleta con otros espacios afines, como pasó en Chaco, donde ganó en alianza con el frente del gobernador radical Leandro Zdero. Los karinistas ponen como emblema de su estrategia el triunfo de Manuel Adorni en CABA y la sumisión del PRO en la provincia de Buenos Aires.
En las filas del asesorísimo se multiplicó el malestar esta semana, al consagrarse en Corrientes que irán por separado LLA y el oficialismo radical de Gustavo Valdés. Para su sucesión, Valdés colocó a su hermano menor y hasta sumó al exopositor Carlos “Camau” Espíndola, el senador que entró por el Frente de Todos y que hizo buenas migas con Caputo para armar un bloque aparte, con un tal Edgardo Kueider.
Estas diferencias políticas entre caputistas y karinistas se aderezan con veladas acusaciones de irregularidades que hacen trascender ambos bandos. Que las designaciones y manejos anómalos que los Menem (Lule y Martín, presidente de la Cámara de Diputados) y Sebastián Pareja (el operador bonaerense) hacen en las delegaciones de PAMI y Anses. Que la incidencia de Caputo en algunos negocios privados con control estatal o en el reciente cambio de manos de la aérea Flybondi. Hay un menú nutrido y variado de imputaciones. ¿Algún fiscal o juez en la sala?
Al lado de esas denuncias, los ataques públicos que se dedican parecen un juego de niños. Como cuando Las Fuerzas del Cielo caputistas se quejan porque no los suman al armado ni a las listas de la provincia de Buenos Aires. O cuando funcionarios (Caputo incluido, desde su cuenta fantasma) se descalifican en redes por las implicancias de creer en el islam, fe que profesa una parte de la familia Menem.
A caballo de la proximidad de las novedades legislativas y de los cierres de listas electorales, seguramente habrá nuevos capítulos en esta guerra, de la que Milei ha preferido desentenderse. Por ahora.