Oriundo de Buenos Aires, Palacios fue hijo de padres uruguayos, quienes residían en la Argentina.
Su madre fue quien le inculcó los ideales socialistas.
Sin embargo, Juan B. Justo fue su referente para conocer aún más los valores de una ideología que germinó a inicios del siglo XX.
Desde adolescente fue un ferviente creyente católico. Desde ese ámbito, y muy jovencito, dirigió un periódico llamado La Juventud.
Su familia suponía que el periodismo iba a ser su vocación y su sustento.
Mientras, el salario que ganaba en el diario lo dividía en partes iguales. La mitad para su madre y el resto para financiar sus estudios.
Sin embargo, no iba a ser el periodismo, sino la política su vocación para siempre. Así lo intuyò de joven al ser un gran orador en las reuniones de obreros católicos.
Entre ellos, volcó los conceptos que adquirió de autores ateos y socialistas. No obstante, Palacios tenía un discurso más visceral y combativo que lo que transmitían los escritores que leía.
Ese vigor discursivo lo llevó a enfrentarse con los conceptos rígidos de la Iglesia y su alejamiento de la institución eclesiástica fue inevitable.
Ya lanzado a la política, se recibió de abogado y en 1904 Alfredo Palacios fue electo diputado por el barrio de La Boca, convirtiéndose en el primer legislador socialista de toda América.
Entre sus proyectos aprobados como leyes, se destacaron la del descanso dominical y la norma de la silla que obligaba a los patrones a disponer de una para el descanso de los empleados de comercio. Además de haber sido el impulsor del Seguro Nacional de Maternidad.
Palacios fundó el Partido Socialista argentino, apoyo en 1918 la reforma universitaria en Córdoba y en esa época tuvo una presencia destaca en los ámbitos universitarios.
Además, Palacios fue designado “Maestro de América” por el Congreso de Estudiantes Latinoamericanos.
Recorrió el continente americano para reafirmar su oposición a gobiernos totalitarios e influenciados por potencias extranjeras.
Fue un duro opositor a la década infame de los años 30, cuyo combate discursivo lo llevó a la cárcel.
Luego pudo recuperar su actividad legislativa y en 1938 presentó el proyecto de ley de voto femenino. Esa posible norma no fue tratada en su momento, y recién en 1947 se convertiría en Ley en tiempos del peronismo.
Fue un férreo adversario de Juan Domingo Peròn hasta llegar a calificarlo de “fascista”.
Retratò al peronismo como un movimiento que continuó el marco económico de la década infame y una clase obrera igual de “sometida” como en los años 30.
Luego del derrocamiento del peronismo, se presentó como candidato a presidente en el 58 pero como primer mandatario fue elegido Arturo Frondizi, a quien acusó de “entreguista” por su política petrolera en el país.
Defendió la lucha cubana en los 60, década en la cual fue senador y diputado.
Fue un ferviente defensor en recuperar las Islas Malvinas, daba discursos en italiano y luchó siempre contra el fraude en la turbulenta Argentina del siglo XX.
Alfredo Palacios vivió siempre de manera austera y, en ese sentido, le entregó a lo largo de su vida la mitad de su sueldo al Partido Socialista.
Porteño de ley, Palacios residió la mayor parte de sus 84 años en la misma casa del barrio de Palermo, situada en Charcas 4741.
Su placa de profesional como letrado decía: “Abogado. Atiende gratis a los pobres”.
El 20 de abril de 1965 murió Alfredo Palacios, legislador y dirigente socialista.
por Radio Perfil
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