jueves, 11 septiembre, 2025

Polémica en la UNC: debate por el nombre «Abuela Sonia Torres» para el auditorio de la Facultad de Comunicación

El Auditorio de la Facultad de Ciencias de la Comunicación será bautizado “Abuela Sonia Torres” el próximo 17 de septiembre. La decisión fue tomada de manera unilateral por parte de las actuales autoridades que conforman el Consejo Directivo a manera de homenaje propuesto por el Programa de Derechos Humanos. El debate está sobre la mesa, y ya aparecieron voces vinculadas al periodismo que plantearon sus objeciones.

La placa que dirá “Abuela Sonia Torres” no solo nombrará un auditorio: pondrá en escena una historia, una época y una forma de reconocerse como institución. Es un gesto de continuidad y, a la vez, una pregunta incómoda: en una casa que forma comunicadores, ¿qué lugar ocupa la identidad de quienes ejercen el periodismo y la comunicación cuando el homenaje proviene de otro campo?

En la cuenta regresiva del acto, la Facultad vuelve a enhebrar su relato institucional con la memoria de los derechos humanos. Lo hace con un nombre que remite a la búsqueda de identidad y a los juicios de lesa humanidad. La decisión, sin embargo, no se agota en el homenaje: también instala el modo en que la universidad se cuenta a sí misma ante sus estudiantes y su comunidad.

Lo que dice la Facultad

Alejandra Victoria Gómez, coordinadora del Programa de Derechos Humanos, cuenta que la idea de homenajear a Abuelas llevaba tiempo dando vueltas y que este año pudieron convertirla en proyecto.

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“La idea de homenajear a Abuelas estaba hace tiempo; este año pudimos convertirla en proyecto desde el Programa”, dice. Consultaron a colegas, lo elevaron al Consejo Directivo y la denominación del auditorio fue aprobada. “El Consejo Directivo lo aprobó por unanimidad; fue un acuerdo que dialoga con la historia de la casa”, resume.

Sobre el sentido del espacio, insiste en que no será solo un nombre: “El auditorio no será solo una placa: tiene que explicar por qué se llama así, con recursos concretos y pedagógicos”.

Recuerda que el edificio concentra marcas de memoria —baldosas, placas, fotos— y que el auditorio debe explicar su nombre con recursos concretos. Allí ancla el trabajo del Programa: coordina con otros actores y sostiene políticas institucionales de memoria, verdad y justicia.

En ese marco, recuerda un dato que define identidad: “En nuestra facultad tenemos 56 compañeros desaparecidos”, enfatiza Gómez que el número explica por qué estas iniciativas nacen desde un programa específico y por qué el auditorio funcionará como dispositivo pedagógico.

Además, se le preguntó si existió una lista corta de periodistas o comunicadores, si hubo una matriz de criterios publicada o si se hizo una consulta abierta a estudiantes y graduados, y respondió: “Se consultó a colegas y la propuesta gustó; no hubo concurso, priorizamos la política de derechos humanos de la Facultad”.

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Sobre el sentido del nombre elegido, la referente de la Facultad de Comunicación, cerró: “Sonia es sinónimo de memoria, verdad, justicia y derecho a la identidad; en su nombre están también todas las Abuelas. La familia acompañó la iniciativa y celebro que el auditorio lleve su nombre.”

Opiniones y contrapuntos

La periodista y también referente de Derechos Humanos, Norma Morandini aporta una mirada crítica sin desestimar el homenaje. “Sonia fue una gran mujer; que yo me opusiera al ADN compulsivo no impide reconocer su lucha y su persona”, considera. Su objeción no va a la figura recordada, sino al criterio con que la Facultad elige nombrar espacios y a una historia que —según advierte— dejó heridas abiertas dentro de la propia casa de estudios.

La Escuela de Ciencias de la Información debe una autocrítica por haber cancelado voces críticas sobre la apropiación de los derechos humanos”, señala y concluye “Esta decisión no honra la libertad de expresión; deberían elegir figuras que representen esos principios y pongan el foco en los hijos de la democracia”.

Para la pensadora y escritora, “la mejor manera de honrar a quienes ya no están es trabajar por aquello que les fue negado: derechos, libertad, en definitiva, democracia”.

Por su parte, un docente de la Facultad de Ciencias Sociales, consultado en off, aclara que no integra la vida académica de la FCC. Aun así, al ser invitado a opinar, sostiene que la prioridad debería ser homenajear a comunicadores sociales: “Yo le pondría ‘Auditorio Oscar Garat’: fue periodista, docente y secretario general del Cispren”.

Una tradición que vuelve: de “Héroes de Trelew” a hoy

No es la primera vez que la Escuelita —como la llamaron generaciones de alumnos— opta por un nombre cargado de memoria. Ayer “Héroes de Trelew”; hoy “Abuela Sonia Torres”.

La bandera de los derechos humanos permanece. El debate, también: ¿qué tan cerca o qué tan lejos queda la práctica de la comunicación que se enseña y se ejerce todos los días? El mensaje es nítido: memoria como marca. La pregunta también: ¿cómo hace ese nombre para conversar, sin taparlo, con el oficio que se enseña y se practica en estas aulas?

Quién fue Sonia Torres

Sonia Torres (1929–2023) presidió Abuelas de Plaza de Mayo – filial Córdoba. Su hija, Silvina Parodi, fue secuestrada en 1976; el nieto nacido en cautiverio sigue siendo buscado. Sonia falleció en 2023 sin conocer la identidad de su nieto.

Acto. Miércoles 17 de septiembre, a las 17:00, en el edificio central de la FCC. Organiza el Programa de Derechos Humanos. La denominación fue aprobada por unanimidad en el Consejo Directivo.

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