60 mil personas han sido asesinadas en Gaza durante los últimos 21 meses por parte del Estado de Israel. Más de 18 mil de esos crímenes han sido contra niños y niñas indefensos, asediados por bombas, balaceras y una hambruna inhumana, mientras otros 33.000 han resultado gravemente heridos.
Las estadísticas dan escalofríos. Se estima que 28 niños y niñas son asesinados cada día que pasa. Así lo graficó Catherine Russell, directora de Unicef, ante el Consejo de Seguridad de la ONU: «Considérenlo por un momento: un aula entera de niños asesinados cada día durante casi dos años. Estos niños no son combatientes: están siendo asesinados y mutilados mientras hacen cola para recibir alimentos y medicinas vitales».
La situación es desesperante y no existen datos ni analogías suficientes para transmitir el horror del asedio sionista. Un genocidio televisado en vivo y en directo, que empieza a generar cada vez un mayor repudio en los pueblos del mundo entero, con enormes movilizaciones y expresiones solidarias con el pueblo de palestino.
En nuestro país, el Comité Argentino en solidaridad con Palestina acaba de confirmar que el próximo sábado 9 de agosto se realizará una multitudinaria marcha hacia Plaza de Mayo. Una movilización masiva en Argentina, con un gobierno como el de Milei que apoya incondicionalmente a Netahayu, es una oportunidad para generar un enorme impacto que retumbe en el mundo entero. Una oportunidad para gritar bien fuerte contra la complicidad genocida, que debe detenerse de manera urgente.
Basta de complicidad con el genocidio
Milei se abraza con Netanyahu y firma acuerdos bajo la bandera de «la democracia y la libertad», mientras aplaude las ofensivas militares y los crímenes de guerra en nombre del «derecho de Israel a la autodefensa». Bajo su mando, el Gobierno argentino se ha convertido en uno de los pocos que todavía defiende abiertamente a Israel y su proyecto de exterminio. Junto a Trump, ícono de la extrema derecha global, son los principales referentes en bancar a Netanyahu a capa y espada. Parte de una misma maquinaria que hoy sostiene a uno de los gobiernos más criminales y racistas del planeta, dispuesto a «borrar del mapa» a los palestinos, como el primer ministro israelí ha asegurado.
La embestida de Israel no solo dejó un reguero de sangre, sino que lleva destruído el 80% de la infraestructura civil. Como si no fuera suficiente impuso un bloqueo criminal que deriva en hambrunas, enfermedades de todo tipo y muerte. Israel usa el control y bloqueo de los alimentos como arma de guerra contra la población civil.
Hospitales repletos de niños desnutridos, familias enteras devastadas y una población convertida en «cadáveres andantes» según la propia ONU. Ni siquiera la ayuda humanitaria logra ingresar: miles de camiones con alimentos y medicinas bloqueados, y la fragata Handala secuestrada. La poca ayuda que entra es repartida por empresas privadas estadounidenses, situación que aprovechan los soldados sionistas para disparar contra la multitud. Más de 1.000 gazatíes murieron sólo intentando conseguir comida.
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No es el pueblo argentino el que apoya esto, ni siquiera la totalidad de la comunidad judía en nuestro país. Intelectuales, artistas, estudiantes y trabajadores ya se plantaron con la declaración «Gaza: antes de que sea demasiado tarde», que suma más de 700 firmas y exige romper la complicidad argentina con el genocidio. La consigna es clara: ¡Alto al genocidio del Estado de Israel contra Gaza!
En todo el mundo, desde Atenas hasta París, de Santiago a Nueva York, la juventud y los trabajadores se movilizan, boicotean empresas cómplices y frenan el envío de armas a Israel, demostrando que la solidaridad con Palestina es una ola que no para de crecer. Sectores judíos antisionistas se suman con un mensaje potente: «No en nuestro nombre».
La presión desde abajo, la acción directa y la denuncia pública son el único freno real ante los crímenes del Estado de Israel y sus aliados, que empiezan a quedar cada vez más aislados en su escalada criminal, acumulando pronunciamientos en su contra.
Es por eso que este sábado 9 de agosto es imprescindible que seamos miles en las calles para decir basta. A partir de las 15 hs, desde la sede central de Aysa (ante los rumores de que la empresa israelí Mekorot podría quedarse con ella si Milei avanza en su privatización) hasta Plaza de Mayo, tenemos la oportunidad de sumarnos a esa ola internacional y demostrar que el pueblo argentino no es cómplice del genocidio. Una movilización que puede tener un eco enorme en el mundo y dejar una señal poderosa: la solidaridad con Gaza crece y la complicidad de los gobiernos no nos representa.
Es urgente. No te quedes en tu casa. Llevá tu bandera, tu cartel y expresemos la bronca y el odio de millones ante la atrocidad del sionismo. Que nadie falte. Porque mientras haya una sola persona en Gaza resistiendo, es necesario seguir peleando.
¡Alto al genocidio!