miércoles, 4 junio, 2025

Dónde quedó la libertad?

La empanada cuyo origen, contra la creencia de muchos, nos lleva a la antigua Persia –hoy Irán– era la comida principal que se ingería durante una larga travesía. Este alimento tan arraigado a nuestra cultura tiene su efeméride: el 8 de abril. En esa fecha se celebra el Día Mundial de la Empanada. No obstante, durante estos últimos siete días pareció celebrarse en la Argentina la “Semana de la Empanada”. Comenzó en el mismísimo momento en que Ricardo Darín se quejó en la mesa de Mirtha Legrand del precio de la docena. La andanada de agresiones y descalificaciones lanzadas desde el oficialismo hacia el actor fueron incesantes, empezando por el ministro de Economía, Luis Caputo, y culminando en el Presidente. Todo tan lamentable como planificado. ¿Dónde quedó la libertad?

Son los mismos métodos que usaban Néstor y Cristina Kirchner para con quienes los criticaban.

Según manifestó Javier Milei en la red X, “el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión (PNA) y en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada”. Parece que tanto él como sus seguidores han olvidado esta definición, sobre todo cuando habla del principio de no agresión (PNA). El pueblo argentino votó en las elecciones por un cambio. Ese cambio no significa sostener los métodos con otro contenido. El adoctrinamiento es siempre malo, viniendo de quién viniere.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Otro ejemplo lamentable que hemos sufrido los argentinos en épocas del kirchnerismo fue la omnipresencia de ciclos como 6,7,8 cuyo fin último era sostener el relato y despedazar a quien se atreviera a pensar distinto. Para los más chicos –más grave aún– estaba Paka Paka que se encargaba de bajar línea reescribiendo la historia de forma muy cuestionable. Resulta que ahora el Gobierno de los Milei apuntará a dibujos animados enlatados por el mismo medio para sostener la visión ideológica opuesta.

Más kirchnerismo no se consigue. ¿Hasta cuando los gobiernos de turno buscarán controlar la mente y el pensamiento de los ciudadanos como si estos no fueran capaces de razonar por sí mismos? Es la Argentina pendular, la de los extremos… otra vez la grieta. Lo que antes era relato ahora se llama batalla cultural. Concepto un poco más elegante, pero igual de peligroso, según quién sea el iluminado que seleccione los contenidos.

La capitulación del PRO sigue su marcha. Inexorable. La comenzaron algunos la misma noche del domingo 18 de mayo en que Manuel Adorni ganó las elecciones porteñas. La oficializó Mauricio Macri con la carta de felicitación que le envió a Javier Milei. Y tuvo una última y contundente manifestación que fue la decisión de Jorge Macri de echar al consultor político y asesor de campaña Antoni Gutiérrez-Rubí. Así las cosas, la reunión que tuvo lugar en la Casa Rosada el lunes pasado entre Karina Milei, Diego Santilli y Cristian Ritondo fue un paso clave en dirección a tejer acuerdos entre los dos espacios. Esto es producto de una necesidad que emerge de la más estricta realidad: si en la provincia de Buenos Aires no se unen, lo que les aguarda en las próximas elecciones es una derrota segura y lapidaria. Claramente no los ha unido el amor sino el espanto, como diría Jorge Luis Borges. A esta altura está claro que La Libertad Avanza es un lugar en el que no se observa ni la generación ni la dación de amor. A eso habría que agregarle el reproche de un número significativo –y seguramente mayoritario– de los ciudadanos y ciudadanas que viven en el primer Estado argentino y que, desde hace largo tiempo, están hartos de ser gobernados por el peronismo en general y por Axel Kicillof en particular.

Que se entienda bien, desde esta columna hemos insistido en la necesidad de unidad opositora para competir en la PBA, pero los últimos pasos del PRO se parecen más a una entrega total del partido –o lo que queda de él– que a un frente o coalición. Otro dato clave: en la Ciudad de Buenos Aires las cosas no son muy distintas. El último anuncio de la vocera de Uspallata, Laura Alonso, intentó –por orden de su jefe– simular la idea de que habían entendido el mensaje de las urnas y que se encaminan a una reestructuración del Gabinete y de sus prioridades. Se trata de más humo de una gestión que se viene quemando desde hace rato. “Si no se construye una nueva coalición similar a lo que fue Juntos por el Cambio en la Ciudad, todos van a terminar pintados de violeta, muy a pesar de Jorge Macri –apuntó un legislador al tanto de todas las internas. El clima en el Gobierno porteño es irrespirable. El último que apague la luz.

Hay en el fondo un problema compartido entre el PRO y el peronismo, como principales opositores: ni Mauricio Macri ni Cristina Fernández tuvieron la grandeza política de preparar un sucesor. El poder se agotó en dos figuras extremadamente personalistas y ahora están pagando el precio. El único ganador en esta orfandad de ideas y liderazgos de peso es el propio presidente Javier Milei, quien se limitó a prender la aspiradora para absorber a los dirigentes que necesita y que todavía le sirven para sostener sus planes de Gobierno. El éxodo es interminable.

La otra nota triste de la semana la ha dado la jueza del caso Maradona, Julieta Makintach, la cara viva de la degradación institucional del Poder Judicial. No todos los jueces son iguales, pero este caso de frivolidad e inmadurez inconmensurable ha desparramado mugre en todas las direcciones. ¿Qué puede tener en la cabeza una magistrada que aspiró a convertirse en figura pública grabando un documental autorreferencial, banal, adolescente y libidinoso?

El guión y las tomas que se dieron a conocer dan vergüenza ajena. Sin mencionar que utilizó un juicio público y la muerte de Maradona para uso personal. ¿Dinero, poder, fama? Habría que preguntarle al ideólogo y guionista qué tipo de buzón le vendió. Sea cuál fuere la especie, la única responsabilidad es de la magistrada que para colmo, tuvo el tupé de intentar resistir en su cargo a pesar de la abrumadora cantidad de pruebas en su contra.

Argentina necesita desintoxicarse de esta clase de funcionarios y elevar drásticamente la vara si quiere llegar a ser un país de verdad. Aún estamos a tiempo.

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