Buenos Aires se prepara para la cumbre del Mercosur de los primeros días de julio en un contexto de fuerte tensión e incertidumbre.
La presidencia protempore de Argentina ha sido marcada por la insistencia de la diplomacia libertaria en anular toda posibilidad de acuerdo que involucre consensos históricos vinculados a los derechos humanos y la batalla de Milei y sus funcionarios contra la Agenda 2030 que incluye acuerdos ambiéntale y de género.
LPO reveló en exclusivo que las delegaciones de Brasil y Uruguay quedaron enojados e impactados por el boicot de la karinista Úrsula Basset en la reunión de derechos humanos de mayo a quien acusaron directamente de maltrato.
Pero Basset tiene un cerebro que juega un rol central a la hora de derrumbar los acuerdos con los países del bloque. Se trata de Ruben Ruffi, director institucional del Mercosur y diplomático de carrera que opera como punta de lanza contra la Agenda 2030.
Bronca en Brasil y Uruguay con la karinista Úrsula Basset por boicotear la reunión de Derechos Humanos
Ruffi fue embajador en El Salvador durante el gobierno de Mauricio Macri y Alberto Fernández y se abrazó con fuerza a las ideas de Nayib Bukele con quien forjó una amistad y acompañó sus políticas de seguridad y combate contra las pandillas.
«Cuente con nosotros, Presidente. Hagamos de esto algo permanente y que sea con una visión estratégica, cuente con la República Argentina y estoy seguro de que cuenta con todos los que estamos aquí hoy», dijo en 2021 en una declaración que fue publicada por la cuenta oficial del gobierno salvadoreño.
Ruffi fue embajador en El Salvador durante el gobierno de Mauricio Macri y Alberto Fernández y se abrazó con fuerza a las ideas de Nayib Bukele con quien forjó una amistad y acompañó sus políticas de seguridad y combate contra las pandillas
Tal era la buena relación con Buekele que fue condecorado «como una muestra de agradecimiento y reconocimiento a la labor realizada para estrechar aún más los lazos de amistad que mantienen ambos pueblos».
En el pasado, además de embajador del albertismo, también fue muy cercano a Héctor Timmerman cuando este era canciller de Cristina Kirchner.
En los pasillos del Palacio San Martín, se lo conoce como «El Taliban» y lo definen como un funcionario dedicado y prolijo que le gusta el gimnasio y la cama solar. «Prefiere el anonimato y que en su carrera diplomático se ha adaptado a cada momento político, posicionándose como siempre oficialista», detalla un diplomático de carrera que lo conoce.
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Esta misma fuente afirma que «durante la presidencia de Mauricio Macri, Ruffi tuvo un problema disciplinario por grabar sin consentimiento reuniones reservadas del entonces secretario de Comercio Internacional, Horacio Reyser, quien entonces pidió una dura sanción».
«Lo protegió en aquella ocasión su amigo, el también diplomático Marcelo Lucco, hoy miembro de la Junta de Calificaciones de Milei y José Luis Kreckler», agrega.
En efecto, lo que se resuelva en la cumbre del Mercosur de principios de julio tendrá la mano ineludible de Ruffi con el aval de los hermanos Milei.