Tras la baja de los precios internacionales en 2024, que dependiendo del cultivo, rondó entre el 20% y 30%, desde el sector agropecuario piden firmemente al gobierno de Javier Milei la baja de las retenciones ya que los números son negativos, sobre todo la soja, que tributa un 33%.
«Decime que se siente», comenzó su posteo en redes sociales Néstor Roulet, productor de Córdoba. Y explicó la frase característica de las hinchada de fútbol. «Mientras el productor qué alquila el campo e invierte para sembrar soja con un rinde de 35 qq/ha pierde casi 80 U$S/ha, el Estado se queda con 473,29 U$S/ha. En 18M de hectárea= U$S 7.700.000.000», agregó el ruralista, quien fue funcionario del Gobierno de Mauricio Macri y titular de Confederaciones Rurales Argentinas.
A su posteo le agregó una foto donde detalla cada ítem de los costos y de la rentabilidad que tiene él como productor, y lo que se lleva el Estado, en concepto de retenciones y otros impuestos que pesan sobre la actividad.
El cálculo del chacarero fue para soja, el cultivo más comprometido, en la campaña 2024/25. Con un rinde de 3.500 kilos (el rendimiento medio a nivel nacional se ubicó en 2.990 kilos) y con un valor de US$ 386 a marzo de 2025, el ingreso de dólares al país por una hectárea de soja es de US$ 1.351. A eso, hay que descontarle las retenciones que tributa la oleaginosa, del 33%, que en ese monto es de US$ 445,83. Así, el ingreso bruto al productor por hectárea es de US$ 858,77.
A ese margen bruto por hectárea hay que descontarle los costos directos, que en total suman US$ 362,44: US$ 264,20 en insumos, US$ 62.50 en labores, US$ 25,74 en seguros, US$ 10 en asesoramiento agronómico-contable. Luego, a ese margen bruto hay que restar los costos indirectos, que alcanzan los US$ 199.27: US$ 60 en cosecha, 117 en flete y US$ 22,22 en comercialización.
A todo esto, hay que quitar el valor del alquiler del campo, práctica que se extiende en el 70% de la agricultura argentina y que varía en cada contrato que se pacte entre el arrendador y el arrendatario, que normalmente es en quintales de soja. En este caso, el valor llega a los US$ 348. Con todo esto, el margen bruto da negativo en US$ 51,44.
Y no queda ahí. Porque a ese resultado negativo, el productor le tiene que restar el costo impositivo: US$ 10,29 Impuesto al Cheque y US$ 17,17 en Ingresos Brutos. Lo que se agranda los números en rojo del productor y alcanza los US$ 78,9 de pérdida por hectárea.
Mientras tanto, el Estado obtuvo US$ 473 de esa soja por hectárea: US$ 445,83 en concepto de retenciones y US$ 27,46 en Impuesto al Cheque e Ingresos Brutos.
Luego, un usuario de la red social le respondió a Roulet que «Lo único que podes modificar en la cuenta es el alquiler. Porque alguien va a ganar u$s 348 sin riesgo y el que hace la inversión pierde u$s 80 en tu calculo hiper generoso de rinde? Con el estado puedo patalear. Lo otro lo decido yo. No hay que fundirse trabajando».
A lo que el exfuncionario le explicó: «Si al que alquila a 348 U$S/ha le descontás el 35 % Ganancias (121,89),impuesto al cheque (4,17), impuesto ingreso bruto y sellado provincial (15,36) y impuesto inmobiliario y tasas municipal (22), le quedan 184,58. El Estado se queda con otros 163 U$S/ha».
En las últimas semanas se han multiplicado las expresiones públicas, en redes sociales y distintos medios de comunicación, de productores agropecuarios reclamando al gobierno nacional que reduzca o quite los derechos de exportación a la soja, el trigo y el maíz, frente a la crisis de rentabilidad que atraviesa la agricultura por el derrumbe de los precios de los granos y el incremento de los costos. Las manifestaciones de disconformidad también se extienden a la Mesa de Enlace, a la que le exigen que tenga un accionar más firme en pos de lograr ese objetivo.
Las circunstancias, sumadas a la preocupación por la falta de humedad en pleno desarrollo de los cultivos de verano, la llamada cosecha gruesa, han hecho que se agote la paciencia y crezca el malestar entre los productores. Y no se trata precisamente de opositores a la gestión de Javier Milei ya que, en su mayoría, el campo votó por la alternativa libertaria.