La vida privada de Windsor parece salida de la mente del guionista más brillante: desde siempre, sus miembros inspiraron toda clase de rumores de romances y traiciones que, aun los nunca confirmados, alimentan sus biografías y la curiosidad de los británicos. Como el caso que se aclaró esta semana sobre el supuesto romance de la reina Isabel II y su amigo “Porchie”, una de las tramas más misteriosas del extenso reinado de Lilibeth y que la serie The Crown trajo al presente.
ESTRECHA AMISTAD
La amistad entre Isabel y Henry George Reginald Molyneux Herbert, barón de Porchester –de ahí su apodo de “Porchie”– y séptimo conde de Carnarvon comenzó cuando eran adolescentes, porque sus familias se frecuentaban mucho. Ambos compartían la pasión por los caballos y la vida en el campo, lo que hizo que la soberana lo nombrara, en 1969, su gerente de carreras. Siempre fueron muy cercanos y llegaron a viajar juntos. Además, Isabel escuchaba con mucha atención los consejos de Porchie en todo lo que tenía que ver con sus intereses equinos. Primero, ella se casó con Felipe de Mountbatten, luego duque de Edimburgo, y tuvo cuatro hijos, los príncipes Carlos –el actual Rey–, Ana, Andrés y Eduardo, y luego él hizo lo propio con la noble angloamericana Jean Margaret Wallop, con quien tuvo tres herederos, Henry, Carolyn y George, que fue ahijado de bautismo de Isabel y es el octavo conde de Carnarvon. Pero las versiones de que eran algo más que buenos amigos nunca cesaron. Especialmente después de la muerte de Porchie, en septiembre de 2001: fue una de las pocas ocasiones en que Isabel II rompió el protocolo para acudir a un funeral privado como agradecimiento a los años de amistad, servicio y confianza que él le dedicó. Quizás por eso, fue justamente George quien, en estos días, aclaró que su padre sólo disfrutó de una estrecha amistad personal con la Reina. “Eso está muy lejos de la realidad”, dijo el conde al Daily Mail sobre los rumores de romance. “Su vínculo era el amor por el campo”, explicó. Por otro lado, además, los Herbert son la confirmación palpable de que no sólo la familia real británica es fuente de inspiración para toda clase de relatos, sino que también lo son aquellos que los rodean: la residencia familia de los Herbert es nada menos que el castillo de Highclere, donde se rodó Downton Abbey y algunas películas.
LA NACION
Seguí leyendo
Conforme a los criterios de