Sonrisa impoluta, clavada a fuerza en su bello rostro. Ni una reacción en su mutis, nada la sacó de su eje, de esa decisión de conservar el silencio hasta la tumba y no revelar ni un dato preciso. Ni siquiera un ápice de novedad, de información nueva o desconocida. Así se mantuvo Pampita en el living de Susana Giménez.
La entrevista se tornó controversial, porque se promocionó como el testimonio nunca antes ejecutado de Carolina Ardohain sobre la polémica separación de Roberto García Moritán, esa que se concretó entre gallos y medianoche y bajo los influjos de sospechas de infidelidades.
La modelo optó por esquivar las miles de preguntas que esbozó la diva, las gambeteó todas siempre con la misma herramienta: su sonrisa tensa. Solo se corrió de su guión para defender a su ex marido y solicitarle a la conductora más famosa del país que no lo defina como ‘estúpido’.
Las repercusiones se multiplicaron por doquier, por eso se aguardaba la visión, la opinión de Susana y finalmente llegó. La animadora regresó a Uruguay, el país en el que vive hace muchísimos años, donde la aguardó pacientemente el cronista de A la tarde, en la puerta del aeropuerto.
Tras bajarse de un vuelo privado, Giménez se topó con Gustavo Descalzi, quien acudió a su vibra siempre positiva y le preguntó: “Gran programa ayer, la clavaste en el ángulo, ¿la sentiste tensa a Pampita?”. Ante esa inquietud, Susana respondió: “No, viste que siempre tiene una sonrisa en la cara. No la noté tens”a.
El periodista redobló la apuesta y le exteriorizó: “Porque viste que parece como que le hubiese incomodado esa pregunta”. Así se produjo la declaración más filosa de Giménez, que evitó una concepción políticamente correcta y disparó contra Pampita: “¡Todas las preguntas! Pero bueno”.
Ya acomodada en el taxi que la aguardaba en la terminal aérea, Susana recibió otra consulta del movilero uruguayo: “¿Pampita se fue bien?”. Nuevamente, la diva optó por evitar más polémicas y se limitó a aseverar con buenas vibras: “Muy bien todo. Todo perfecto”.