¿Puede una persona estar enamorada de dos o incluso más personas a la vez? ¿Lo “normal” es compartir la vida con una sola persona? Últimamente cada vez más gente se hace estas preguntas. El poliamor, la propuesta afectiva que propone relativizar la exclusividadsexoafectiva de lamonogamia y cuestiona los ideales del amor romántico viene demostrando que no es una moda, si no un signo de esta era, sobre todo entre los jóvenes de la llamada Generación Z.
Cada vez son más frecuentes las relaciones abiertas, las “triejas”- relaciones afectivas entre tres personas – y se empiezan a usar conceptos como los de “metamor” (nombre con el que se designa a la pareja que tiene uno de los miembros de otra pareja). De Pronto comienza a ser frecuente escuchar hablar sobre qué tipo de “acuerdos” hay en un vinculo sexoafectivo (hasta donde y cómo se decide correr el límite de la exclusividad sexual), si la apertura de la pareja es solo en cuanto a lo sexual o incluye sentimientos – que los enamorados puedan, a su vez, enamorarse de alguien por fuera de la pareja – y qué comunicar y que no sobre los encuentros o citas que tenga cada una de las partes por afuera de su relación (principal).
En Argentina, un estudio del Observatorio de Consumo Joven, junto con la Universidad de Palermo y la consultora Ibarómetro, reveló que, alrededor del 25% de los jóvenes entre 18 y 25 años, creen en las relaciones abiertas y en esta nueva forma de amar a más de una persona a la vez. Si bien, por otro lado, un 68 % de los encuestados sostuvo que solo podían amar a una persona a la vez, y el restante 7% que no estaba seguro de la respuesta, un dato revela un relajamiento de la rigidez monógama: la mayoría de los encuestados, el 64,93%, respondió que perdonaría una infidelidad.
En tanto, la juventud española parece estar a la vanguardia: según un estudio publicado por la aplicación de citas Ashley Madison, en colaboración con la empresa de datos YouGov, el 51% de los jóvenes españoles encuestados, de entre 18 y 29 años, se muestran permeables a la idea de mantener una relación no monógama, empatando con los jóvenes de Suiza. Esta tendencia no solo tiene el potencial para cambiar las relaciones en términos sociales, sino incluso jurídicos: en 2020, en en la ciudad estadounidense de Somerville, Estado de Massachusetts, se les concedió a las relaciones entre tres o más adultos los mismos derechos que tienen los cónyuges en el matrimonio, ampliando así la noción de familia legalmente habilitada en una sociedad.
Entre las razones del fenómeno se pueden encontrar el impacto de las redes sociales y de las aplicaciones de citas: nunca fue tan fácil tener acceso a hablar o coordinar un encuentro con alguien y eso aumenta la predisposición a conocer y vincularse con mucha gente en simultáneo. Además, los feminismos y teorías queer o de género, cada vez más presentes en el discurso público, han venido cuestionando los ideales románticos de “amor para toda la vida” o creer que el corazón “le pertenece a alguien”. Todo eso crea un contexto donde crece el ansia por la experimentación y las nuevas formas de relacionarse sexual y emotivamente. Pero además, hay otros motivos.
“Hoy más que nunca se empiezan a hablar de relaciones abiertas porque se empieza a hablar de autonomía, y las no monogamias son una forma de autonomía en las relaciones. En los modelos afectivos anteriores no se podía pensar en autonomía en la pareja porque, hasta la primera modernidad, fue vista como una especie de empresa, cien por ciento económica donde el amor no podía entrar. Recién después, y hasta el día de hoy, se empezó a pensar que el amor también podía tener que ver con formar una pareja, aunque limitando fuertemente la autonomía, que podía poner en riesgo el aspecto económico. Hoy se busca la autonomía en todos lados: en nuestro trabajo, de nuestros padres ,en nuestras familias y ahora también se plantea en la pareja”, Juan Pablo D´Orto y Cecilia Figlioli, autores de “La revolución sexoafectiva” (Ed. Tendencias), donde realizan una historia de las relaciones afectivas desde las comunidades primitivas hasta nuestros días, reflexionando sobre cómo esos modelos afectivos que pensamos que siempre existieron y que son naturales han ido cambiando varias veces a lo largo del tiempo.
Ambos autores se pusieron en pareja monógama en 2005 y decidieron abrirse al poliamor en 2011. Luego se pusieron a salir con Sebastián, y luego Pablo se enamoró de Florencia. Hoy los cuatro viven juntos en una casa en Ranelagh, Prov. de Buenos Aires, donde crían juntos a un nene de 12 años. Pablo y Cecilia tienen supágina relacionesabiertas.org, y sus redes sociales, través de las cuales coordinan talleres y charlas sobre como abrir la pareja. Además tienen su podcast, “Relaciones Abiertas”, en Spotify donde comparten sus experiencias en el camino del poliamor.
“Hay una necesidad de gobernar al otro, como si la autonomía fuera un mal menor que hay que soportar algo que hace bien”, dice D´Orto, quien cuenta que las consultas que más reciben es sobre cómo procesar los celos, y con lo difícil que es imaginar que ambas partes de la pareja tenga el mismo derecho y autonomía para hacer lo que quieran. “Me parece que es importante que hablemos de esto, porque veo que la gente está muy incómoda en las relaciones monógamas, y ven en las relaciones abiertas y el poliamor una posibilidad de salir de esa incomodidad. Nos escuchan hablar a nosotros de estas cosas y les empiezan a hacer ruidos las relaciones que construyen ellos. Por eso escribimos el libro, para entender cómo llegamos hasta acá históricamente y porque lo que antes funcionaba hoy parece que aprieta”, considera Figlioli.
Ya no son solo entre dos
Lo que antes parecía una rareza o un desorden, cada vez está más naturalizado, y actores y personalidades confiesan que no tienen una relación monógama. La actriz Florencia Peña y la pareja de actores Elena Roger y Mariano Torre han confesado que mantienen un vínculo sexo-afectivo abierto.
Incluso en el mundo del cine, y sobre todo la series, las relaciones no monógamas encontraron un vehículo para masivisarse y lograr que aumenten los niveles de naturalización social respecto a esta manera de vivir el amor y el sexo: en “Wanderlust”, un matrimonio que lleva años en la monogamia empieza permitirse salir con otras personas; en la serie “Tu, yo, ella”, una pareja contrata una prostituta para aumentar el juego en su vida sexual, pero todo se complejiza cuando empiezan a surgir sentimientos; en la española “Élite”, un grupo de adolescentes de una escuela para chicos ricos vive sus momentos de fluides y relaciones de a tres.
En Argentina, esta temática fue explorada por comedias como “Dos más dos” o “Felices los 6”, una película cuyo título es un guiño a “Felices los cuatro”, la canción del cantante colombiano Maluma, quien también se confeso practicante del amor libre: “No soy celoso y no me gusta la mujer celosa, creo en el amor libre porque el amor es eso: libertad. Me gusta que ella tenga su espacio, que viva y que haga sus cosas”, llegó a declarar. La idea de amor, lejos de permanecer intacto al cambio, parece renovarse como todas las cosas y con el mismo vértigo.
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