domingo, 10 noviembre, 2024

Fauré Quartett cerró la temporada del Mozarteum con un viaje al corazón de la música de cámara romántica

Una magnífica actuación del Fauré Quartett cerró la temporada del Mozarteum y ofreció un viaje ejemplar al corazón de la música de cámara romántica con obras de Schubert, Brahms y Schumann.

El año pasado, el Cuarteto había dejado un recuerdo imborrable con su distintivo arte de la colaboración musical y su sentida pasión compartida por la música.

Los miembros del ensamble tocan juntos desde 1995, y es tal el grado de integración y entendimiento que, como un alma que respira, se integran en un instrumento de una pieza única.

Faure Quartett y una magnífica actuación en el Teatro Colón. Fotos gentileza Liliana Morsia/Mozarteum Argentino.Faure Quartett y una magnífica actuación en el Teatro Colón. Fotos gentileza Liliana Morsia/Mozarteum Argentino.

Un gran programa

Sin embargo, cuando la música lo requiere cada uno logra individualizarse y destacarse, como el pianista Dirk Mommertz, de una cualidad sonora y maravillosa flexibilidad en el exigente Adagio y Rondó Concertante de Franz Schubert, obra que abrió el concierto.

Apenas sonaron las primeras notas, el Cuarteto impuso de inmediato su sonido penetrante y rico. La obra de Schubert estuvo guiada por un colorido sentimiento narrativo, con las necesarias fluctuaciones del tiempo y una dinámica de rango amplísimo. Todos los instrumentos suenan con la misma la claridad y detalle y son capaces de modulan el color.

Con el tono sombrío del Cuarteto para piano y cuerdas nº 3 Op. 60 de Brahms que sonó a continuación, el ensamble marcó un fuerte y notable contraste de color.

De alto voltaje emocional -aunque es una obra tardía contiene el fuego y vigor juvenil, porque Brahms la comenzó en 1855 y la terminó en 1875- el cuarteto nos introdujo en un torbellino de intensidad romántica en la apertura del primer movimiento.

El cuarteto mantuvo los explosivos contrastes dinámicos del primer movimiento, sin quebrar nunca la tensión, hasta el movimiento final. Los músicos logran ejercer una presión en el tempo, sin perder el control, y llegan al final con un golpe de emoción cargado de tremendo fuego y energía.

Faure Quartett, juntos desde 1995. Fotos gentileza Liliana Morsia/Mozarteum Argentino.Faure Quartett, juntos desde 1995. Fotos gentileza Liliana Morsia/Mozarteum Argentino.El palpitante dinamismo rítmico de Brahms en el scherzo, con el rabioso sonido del chelo, fue llevado por el cuarteto con un poderoso impulso ininterrumpido hasta el segundo tema lastimoso. Las frases se fueron cargando de intensidad hasta el final vehemente y abrupto.

Un nuevo clima de alivio emocional lo introdujo Konstantin Heidrich con su precioso sonido y fraseo enunciando el tema con el que abre el Andante. La calma terminó de instalarse en el cautivante dúo con el violín.

Brahms hace una variación pasando la melodía del violonchelo al piano, acompañada por pizzicati del violonchelo y la viola, con esa sutil variación el tema se escuchó como una maravillosa evocación. La viola de Sascha Frömbling aportó en cada una de sus intervenciones un color y enunciación preciosos.

Erika Geldsetzer hizo que la fluida línea de violín sonara sublime acompañada por el pizzicato de la viola como el del violonchelo.

Además del rico timbre brahmsiano, el Cuarteto consigue que los silencios se carguen con una densa significación, diferente de la del Cuarteto en mi bemol mayor Op. 47, de Schumann, que abrió la segunda parte del concierto, y donde los músicos volvieron a hacer su magia con un efecto estremecedor.

Crearon en la lenta introducción una atmósfera de tal densidad que el tiempo pareció anudarse en ese punto y luego desatarse en el estallido del Allegro ma non troppo. En la obra, que contienen algunos de los estados de ánimo musicales más profundamente personales de Schumann y el Cuarteto los trajo a la superficie.

El tema del Andante Cantabile -una de las melodías más dolorosamente románticas de Schumann- fue interpretado con tremenda ternura primero por el violonchelo y luego viola, antes de una fuga de impecable elaboración en el movimiento final. El impulso eléctrico del Scherzo que lo precedió no pudo sonar más vívido. La obra concluyó con gran empuje, con el piano desempeñando el papel dominante.

El entusiasmo del público fue devuelto con dos bises, el primero de Modest Mussorgsky, La gran puerta de Kiev de Cuadros de una exposición y el segundo Canciones que mi madre me enseñó de Dvorák/Fritz Kreisler, ambas transcripciones del Fauré Quartett.

Ficha

Ciclo Mozarteum Argentino (función 7)

Fauré Quartett: Dirk Mommertz, piano; Erika Geldsetzer, violín; Sascha Fröbling, viola; Konstantin Heidrich, violonchelo.

Programa: Franz Schubert, Adagio y Rondó concertante en Fa mayor, D. 487; Johannes Brahms, Cuarteto para piano y cuerdas nº 3 en Do menor, Op. 60; Robert Schumann, Cuarteto para piano y cuerdas en Mi bemol mayor, Op. 47

Función: lunes 30 de octubre

Calificación: excelente

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