El último jueves, el Ministerio de Salud de la Nación había salido a alertar a la población en un inusual comunicado sobre el gran déficit inmunológico que tienen los argentinos: más de 10 millones de personas mayores de 50 años que no se dieron un refuerzo pasados ya seis meses desde el último recibido. Sin embargo, nuevos datos disponibles muestran un cambio de tendencia.
El quiebre coincide con el paulatino aumento que han venido teniendo en las últimas semanas la cantidad de casos de Covid, como así también las muertes. A lo largo de toda la pandemia y los ecos que se extienden hasta el presente, el comportamiento tuvo el mismo patrón: la percepción del peligro como disparador de la voluntad de la población por reforzar su inmunidad.
En el último Boletín Epidemiológico de la provincia de Buenos Aires queda en evidencia esa curva de respuesta. La semana del 6 al 12 de agosto (la 32 del año), en coincidencia con una baja percepción del peligro, marcó un piso en la cantidad de vacunados este año en el distrito: sólo 4.067 personas recibieron una dosis.
Medio mes después la situación todavía no había variado demasiado y la cifra semanal consolidada de dosis aplicadas fue de 4.577. Desde ese momento sí surge un fuerte contraste, a partir de los últimos números relevados, correspondientes a la semana 37, comprendida entre el 10 y el 16 de septiembre: se contabilizaron 16.504 vacunados. Así, la demanda casi se cuadruplicó en tres semanas o, lo que es lo mismo, subió más de un 260 por ciento.
Esta cifra también representa el pico más alto de personas vacunadas en el país desde que la Organización Mundial de la Salud decretó el fin de la emergencia sanitaria global, el pasado 5 de mayo. El registro bonaerense muestra que en la semana 22 (hacia fines de mayo) se vacunaron 11.783 personas. Desde entonces, con algunas fluctuaciones y mesetas, la tendencia había sido a la baja.
Los mayores de 50 años deben recibir un refuerzo cada seis meses. Foto: Luciano ThiebergerEl informe oficial advierte que, de todos modos, a pesar de la transitoria recuperación de la curva de vacunación, todavía hay mucha gente que no está recibiendo los refuerzos según la indicación de la nueva pauta. El documento también marca el contraste entre la cobertura que tuvieron las primeras y segundas dosis con las que vinieron después, cuando la curva se precipitó.
“La cobertura en la población objetivo es del 90,6% con primeras dosis y del 82,9% con segundas dosis. El 43% de la población objetivo se vacunó con al menos un refuerzo, el 15,1% recibió dos refuerzos y el 4,9% recibió tres refuerzos. En el grupo de menores de 50 años, el total de personas vacunadas es de 10.755.739, de los cuales el 92,17% recibió el último refuerzo hace más de 1 año”, indica el Boletín.
Al revisar el tiempo transcurrido desde la última dosis aplicada en los menores de 50 años, la mayoría se concentra entre noviembre de 2021 y febrero de 2022. En el grupo de personas mayores de 50 años, el total de vacunados en la Provincia es de 4.771.085, y el 97,18% por ciento recibió el último refuerzo hace más de 6 meses.
“Al analizar la cantidad de personas vacunadas con su última dosis en cada mes, se observan oscilaciones, con aumentos en enero y mayo de 2022 y un tercero en diciembre de 2022, el último aumento hace más de 6 meses”, se agrega. Otra vez, los picos respetan la misma lógica y son un reflejo de la mayor circulación del virus.
El problema de la conducta vacunal reactiva, en vez de preventiva, radica en que el refuerzo llega a destiempo, cuando el Covid ya ha acelerado su transmisión. De hecho, se da la paradoja de que según los datos de la semana 38 -publicados este sábado en el Boletín Epidemiológico Nacional- la positividad ha bajado.
El temor a contagiarse, entonces, traducido en lo cotidiano como un mayor interés de la gente por vacunarse, se funda en una foto que es como la luz de una estrella extinguida. Con la salvedad de que ese impulso emotivo no es ocioso, sino que permite renovar el colchón inmunitario ante eventuales futuros rebrotes.
Las causas del déficit
Para analizar las causas del déficit en la cantidad de vacunas que se aplican (a pesar del aparente cambio de tendencia) hay algunos elementos a tener en cuenta. Miriam Rosenek, infectóloga y secretaria de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), habló de “fatiga vacunal”.
Se refiere a que la población, básicamente, se cansó de vacunarse durante la pandemia, lo que no significa -como se ve- que si vuelve a cundir la sensación de peligro esa apatía no pueda revertirse, aunque sea en parte. Rosenek también advirtió que “hay médicos que no están a la altura de la situación”, en el sentido de que “no insisten todo lo que deberían para que sus pacientes se vacunen”.
Las vacunas disponibles hoy en el país son las bivalentes de Pfizer y Moderna, mientras se espera que la ANMAT le dé el visto bueno a la primera vacuna totalmente producida en Argentina, la ARVAC, que ya completó la fase 3 del ensayo clínico y los resultados fueron puestos a disposición del ente regulador. Su aprobación, según dijeron a Clarín fuentes gubernamentales al tanto del trámite, sería inminente.
Desde el laboratorio Cassará, que producirá la vacuna nacional, dijeron a este medio que una de las cualidades del nuevo medicamento, además de su alta eficacia, es la casi inexistencia de efectos adversos -ni siquiera leves- tras la aplicación. Lo graficaron así: “En los ensayos había voluntarios que creían que les habíamos dado placebo, pero habían sido vacunados”.
PS